lunes, 31 de marzo de 2008

EL DOCUMENTAL EN INTERNET: ¿UN GÉNERO NUEVO?

El uso informativo de la red ha originado la aparición de géneros periodísticos muy específicos, como la crónica inmediata o la infografía interactiva. En general, las posibilidades propias de Internet marcan de manera muy acusada los contenidos que en las páginas web se cuelgan. Por eso, a la hora de trasladar géneros ya existentes al soporte electrónico, hay que tener en cuenta estas características y adaptarlos, consecuentemente, a la red.

El periodista argentino Hernán Zin creó con su proyecto “Un día más con vida” el primer documental expresamente ideado para Internet. Si analizamos este producto, vemos que el formato habitual de documental no ha variado en sí. Es importante tener esto en cuenta: la red no es más que un soporte nuevo, pero un soporte muy complejo que puede obligar a sus contenidos a moldearse para alcanzar una personalidad reconocible. Los documentales de Zin son piezas audiovisuales comprometidas, narradas en primera persona, que analizan diversos problemas humanitarios en las zonas más conflictivas del planeta. No abandera códigos nuevos ni en materia de guión ni cinematográfica, así que, ¿dónde está la diferencia?

Es llamativo que los documentales del periodista argentino duren todos menos de cinco minutos. Son piezas que componen una serie, y aunque esta duración podría ser similar en televisión, sí que es algo característico de la red que todo producto informativo sea fácilmente consumible, rápido y directo. Las posibilidades de interactividad permiten, en texto, una navegación en profundidad mediante vínculos e hipertextos, así que la brevedad se compensa con esta opción. En un vídeo no es posible insertar vínculos, pero se pueden añadir links, noticias o relatos que complementen la información. Además, no hay que olvidar que los ojos están mirando una superficie electrónica, con el desgaste visual que conlleva (de ahí la escasa conveniencia que, en mi opinión, tienen los e-books). Por todo esto, la información que obtenemos a través de Internet es, como su propio medio, dinámica, rápida y cambiante (ya que puede actualizarse, renovarse o corregirse en cualquier momento).

Otra novedad se refiere al hábito de consumo. Mientras que en televisión, el espectador está sujeto al horario de emisión en una parrilla, el ordenador permite ver ese documental a cualquier hora del día o la noche. Basta con que el usuario acceda a la página correspondiente. Las opciones de elección que tiene el consumidor en Internet son tan acusadas que se ha llegado a una superespecialización de contenidos. También se facilita mucho la posibilidad del feedback, de modo que este usuario puede opinar sobre el contenido del documental a través de correos o comentarios. Con la opción de algunas webs, el espectador puede incluso descargarse el documental a su propio ordenador.

No menos importante resulta el hecho de que la pieza documental, como cualquier otra muestra de información electrónica, tiene un público potencial mil veces mayor que en televisión, extensible a cualquier usuario de cualquier país que tenga un ordenador y conexión a Internet. Al ser la barrera idiomática la única que puede retener la información en red, el concepto de audiencia se multiplica y masifica hasta límites insospechados.

En definitiva, tanto el documental como cualquier otro género periodístico que sea mostrado a través de Internet atraviesa un proceso en el que, más que perder sus características propias, adopta las de la red para complementarse.

Imagen de Hernán Zin en www.canalsolidario.org

MISTER DÍGITO DICE: